En un mundo fantástico impulsado por moliceiros (embarcaciones tradicionales), un grupo de mujeres humildes se ganaba la vida con la abundancia de lo que contenía su ría. Y allá iban, de mercado en mercado, con sus anguilas fritas conservadas en salsa de vinagre, sin saber que un día se convertirían en la génesis de una conservera que se extendería por Portugal y el mundo.